¿Cómo se
manifiesta el autismo?
Interacción social
Las dificultades en el ámbito de la interacción social
recíproca son a menudo lo que más llama la atención del autismo. Ya desde edad
muy temprana el niño puede tener dificultades, al estar en contacto con los
demás, para mirar y comprender miradas, para emplear y entender expresiones
faciales, gestos, diferentes tonos de voz, etc. Muchos niños con autismo no
muestran ninguna reciprocidad social o emocional y tampoco comparten de manera
espontánea placeres e intereses con sus padres ni buscan consuelo en ellos. Los
niños autistas no siempre se interesan por otros niños de su edad y cuando lo
hacen les suele resultar difícil hacer amigos y conservarlos.
Comunicación
Las personas con autismo presentan un desarrollo del
lenguaje retrasado o inexistente y no compensan esta carencia utilizando otros
medios de comunicación no verbal. Aproximadamente la mitad de los niños con
autismo no desarrollan nunca el lenguaje hablado. Entre los que sí lo hacen hay
grandes variaciones. Una parte de ellos utiliza sólo palabras aisladas. Otros
emplean un amplio repertorio de palabras y hablan correctamente pero repiten
frases hechas o lo que otros han dicho independientemente de la situación. Un
grupo más reducido dispone de un lenguaje oral adecuadamente desarrollado y
espontáneo. Común a todos ellos es que tienen dificultades para iniciar y
mantener un diálogo y que presentan deficiencias en cuanto a la compresión del
lenguaje. Su capacidad de comprensión del significado más profundo del lenguaje
está particularmente reducida. Incluso en el caso de aquellos que disponen de
un vocabulario amplio y que hablan de manera espontánea suelen darle una
interpretación literal al lenguaje.
Comportamiento
Los niños con autismo presentan frecuentemente un registro
limitado de comportamientos, intereses y actividades a los que se entregan de
manera reiterativa y estereotipada. Un ejemplo para ilustrar lo anterior es
dedicarse de manera intensiva a actividades como hacer girar la rueda de un
coche o alinear todos los juguetes una y otra vez, pero sin jugar de manera
espontánea y variada a juegos de representación e imitación social. También son
frecuentes las fijaciones con diferentes objetos o con determinadas costumbres
y rutinas, a veces muy complicadas, que han de repetirse exactamente de
idéntica manera en cada ocasión. Apartarse de tales rutinas o rituales puede
provocar un estallido de desesperación o de furia. Los cambios en general, como
que un objeto se cambie de lugar o que se haga algo en un orden distinto al
acostumbrado, pueden también resultar difíciles de soportar para una persona
afectada de autismo. Especialmente los niños con mayor capacidad intelectual
pueden al hacerse mayores absorberse en “intereses especiales” restringidos
como: horarios, los cumpleaños de otros, el número de habitantes de cada departamento
de Honduras u otros similares. Es
también frecuente que los niños con autismo agiten las manos, se balanceen con
el cuerpo y caminen de puntillas.
Además de los comportamientos incluidos en los tres ámbitos
citados que sirven de fundamento al diagnóstico, es también frecuente la
incidencia de otros síntomas asociados al autismo tales como: hipersensibilidad
o sensibilidad reducida frente a determinados sonidos, sensaciones táctiles,
olores y demás; períodos de hiperactividad, trastornos alimenticios o del sueño
y similares. Para establecer el diagnóstico de autismo no se requiere la
concurrencia de estos rasgos.
Grandes variaciones
Las personas afectadas por el
autismo son a menudo muy diferentes entre sí en diversos aspectos, pero el
efecto de tener autismo siempre reviste gravedad. A título de ejemplo, se puede
decir que el grado de autismo varía de profundo a leve al igual que el nivel de
capacidad intelectual, que puede variar desde un retraso mental profundo o
grave hasta un coeficiente intelectual superior al normal. También es frecuente
que personas con autismo estén afectadas por otra patología, p. ej. Diversos
síndromes genéticos, epilepsia, depresión o trastornos de la
atención/hiperactividad por mencionar algunos. Asimismo, puede haber personas
con autismo grave como parte integrante de un trastorno múltiple combinado con
retraso mental moderado o profundo acompañado de epilepsia, lo que se traduce
en un impedimento funcional máximo. En otros casos se puede tratar de
individuos con un grado más leve de autismo y un alto nivel de capacidad
intelectual. Las variaciones en el grado de gravedad de las expresiones
conductuales del autismo son significativas y dependen entre otros factores de
la personalidad del individuo, de su edad y de su grado de desarrollo.
¿Qué se puede hacer?
El autismo constituye una limitación funcional que persiste
durante toda la vida. Hasta ahora no se ha encontrado la manera de curar el
autismo. Ahora bien, muchos niños con autismo experimentan un desarrollo
considerable mediante una intervención pedagógica precoz bien planificada y
adaptada al caso individual en un entorno acondicionado de forma apropiada. Uno
de los principales objetivos consiste en ayudar al niño a desarrollar una forma
de comunicación efectiva. Las intervenciones pedagógicas deben basarse en los
conocimientos sobre lo específico en la manera de aprender de los niños con
autismo.
Los primeros pasos son: detección precoz, examen y diagnóstico. El siguiente paso es proporcionar amplia información y formación a los padres y a las personas implicadas tan rá- pidamente como sea posible. Esto junto con la pronta aplicación de medidas de apoyo bien planteadas y planificadas constituye la base para poder ayudar al niño a desarrollarse . Un requisito esencial en el caso de los niños es una escolarización especialmente adaptada tanto en la etapa preescolar como en la escolar, y en el caso de los adultos disponer de vivienda adaptada y de ocupación cotidiana. Tanto los jóvenes como los adultos pueden continuar necesitando el acceso a intervenciones pedagógicas para desarrollar aún más aquellas habilidades tendentes a incrementar su independencia y participación, aunque esta labor haya comenzado pronto. Las personas de alto funcionamiento pueden necesitar diversos tipos de ayuda para organizar sus estudios y el acceso a distintos tipos de ocupaciones diarias adecuadas. De adultos y a lo largo de la vida la mayoría de las personas con autismo necesitan ayuda y apoyo integrales. No obstante, algunos pueden actuar de manera relativamente independiente.
¿Qué abarca el espectro autístico?
El espectro autístico es
una denominación general que abarca una variedad de diagnósticos que presentan
síntomas similares.
El síndrome autístico es el más completo del espectro del
autismo. Se lo suele denominar abreviadamente autismo. La mayoría de afectados por
el autismo tiene además retraso mental. Pero también las personas con
inteligencia normal pueden tener autismo. A esta última modalidad de autismo se
la llama autismo de alto funcionamiento o, lo que es más correcto, autismo en
personas de alto funcionamiento.
El síndrome de Asperger es autismo en personas
con capacidad intelectual normal o superior sin las dificultades lingüísticas
que entraña el autismo.
Trastorno similar al autismo, autismo atípico o
trastorno generalizado del desarrollo no especificado se suelen utilizar como
sinónimos. Estos diagnósticos significan que el individuo no cumple todos los
criterios del autismo o del síndrome de Asperger pero padece trastornos graves
de la misma naturaleza.
El trastorno desintegrador infantil es muy infrecuente
y supone que el niño desarrolla autismo después de haber cumplido los dos o
tres años de edad. Con anterioridad el niño se había desarrollado normalmente.
¿Cuántas personas tienen autismo? Continúa la incertidumbre respecto al tamaño
del sector de la población afectada por el autismo o alguno de los restantes
impedimentos funcionales del espectro autístico.
Obras de referencia Autism Europe, What is autism?. Link, n28/2003 APA.
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ed., text revision ed.). Washington, DC: American Psychiatric Association.
Fombonne, E. (2003). Epidemiological surveys of autism and other pervasive
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Föreningen Autism: Autism. Vad är det? Gillberg, C., & Coleman, M. (2000).
The Biology of the autistic syndromes (3rd ed. Vol. 153/4). London: Mac Keith
Press. MRC Medical Research Council. (2001). Review of autism research.
http://www.mrc.ac.uk/pdf-autism-report.pdf
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